
fundaron su familia en 1936 en el barrio La Dolorosa.
Procrearon 10 hijos.
Las historias y anécdotas de esta familia y su barrio se encuentran en varios sitios:
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LA HISTORIA
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FOTOS DEL BARRIO LA DOLOROSA Y SUS FAMILIAS
(mis-quesada: un relato sobre el apellido Quesada en Costa Rica,
tomando como centro mi propia familia)
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Bajo el cobijo de La Dolorosa,
en el año del treinta y seis, la alianza,
Consuelo y Rafael fundaron su casa,
un hogar que fue cuna de esperanza.
La casa sur de la iglesia querida,
que los abuelos con manos alzaron,
fue el terreno donde dio inicio la vida
que estos dos con amor comenzaron.
Ella, de un hogar de honorables señores,
del Colegio de Señoritas, ciencia,
y Contador, con sus números y valores,
sumó a su historia inteligencia.
Él, con raíces en el barrio antiguo,
y de Sabanilla la savia heredada,
trajo un linaje sencillo y amigo,
para engrandecer la patria soñada.
Diez frutos dio este árbol fecundo,
ramas Quesada Mayorga, su estirpe,
donde el respeto habitaba en el mundo,
y la armonía tejía su triple.
El estudio faro, la música el lazo,
que unía las almas en dulce conjunto,
era una casa llena de abrazo,
de esas que el tiempo nunca desmonta.
Y Gerardo, el noveno, con voz agradecida,
si en la gloria de Dios pudiera llegar por sola gracia,
diría, robando un suspiro a la vida:
“Gracias, Padre Celestial, por esta hermosa
y terrenal familia que me diste como guía,
Consuelo y Rafael, mi norte y mi poesía.”
Fotos grupales de los Quesada-Mayorga y familiares cercanos:
Ap. los 1970s, José Alberto y Federico:
Los Quesada Mayorga:


Hoy pienso en ti, hermana, Hermelinda alba,
hermana mayor, de palabras sabias.
Tu amor por los libros, la música grata,
de Chopin en el piano, melodía que mata
la sombra y el ruido con su dulce sonata.
Hace ya muchos años, con afán estudioso,
forjaste tu espíritu, sereno y gozoso.
Profesora de idiomas, de español y francés,
semillas de cultura diste a quien una vez
cruzó por tu aula, buscando brillantez.
Herencia de abuelos, la casa querida,
en el pueblo que acuna tu amada vida.
Entre esas paredes, risas y encanto,
creció tu familia, tu más grande encanto.
Cinco hijos que al mundo le diste en un canto.
Honras la memoria de la Francia añorada,
su idioma, su ritmo, su dulce posada.
Y aunque ignoro el avión que surcó la neblina,
en tu alma resuena la Marsellesa fina,
como un eco lejano que tu ser ilumina.
Hay un sitio especial que en mi pecho guardaste,
desde que eras joven y a mí me cuidaste.
Tu influjo temprano, tu fino criterio,
amor por el arte, tu ejemplo sincero,
son luz en mi historia, mi eterno venero.
Hermelinda, raíz, savia y fruto cumplido,
en el piano, un nocturno, el mundo ha dormido.
Y en la paz de tu casa, tu legado perdura,
música y poesía, sublime hermosura.
Jenaro Garita Coles:
Jenaro Adolfo Garita Quesada:
Jenaro Adolfo Garita Quesada,
Ruth Mª Garita Quesada:
27/05/2010: Teatro Nacional se viste de música sinfónica
28-30/05/2010: Teatro Nacional, concierto IV
31/05/2010: ¿Cuál mística?,
Francisco Javier Garita Quesada:
Jorge Mario Garita Quesada:
Sónico,
María Esther Garita Quesada:
Otros enlaces:
Sabanilla, Hamburgo, Corralillo.
Linda: Conservo en mi memoria aquellos días que pasábamos en tu casa en Sabanilla, estudiando francés y escuchando cantantes de ese idioma:
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Hay nombres que el viento no borra,
como el tuyo, Rafael; en la memoria,
una estela de esfuerzo y de victoria,
una existencia de templada obra.
Fuiste el primer varón, el de la frente alta,
el que con empeño y claridad
llegó a la cima de la actividad,
y en el Banco Anglo impuso su cordura.
Tu ingenio, desde el aula, fue brillante,
abriste el camino con la beca viajera,
y en la universidad, la meta entera
culminó tu saber de estudiante.
Y no solo de números fue tu ciencia,
tus dedos dieron vida al piano puro,
un arte sereno, limpio y seguro,
que arrancaba del alma la esencia.
Semilla que en cuatro vidas se perpetúa,
y en la sangre de tu descendencia,
la música tendrá otra presencia,
y el don en cuyas manos continúa.
Nos diste, además, un sueño en claro:
“Escriban La Crónica de los Quesada”, nos pediste;
un proyecto que a mi cargo pusiste,
y que, entre todos, hoy atesoro.
Así, hermano, así se te recuerda:
con un logro, un acorde, un linaje,
con la sabiduría de tu legado.
No es un adiós lo que hoy se acuerda,
solo un “hasta luego”… por el viaje
que emprendió tu espíritu cansado.
Carmen María Quesada Reyes:
Rafael Arturo Quesada Reyes:
María Gabriela Quesada Reyes:
Rodrigo Quesada Reyes:
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En la juventud, doble sendero abrió:
la academia gris, el trabajo que absorbió,
pero una luz más honda en ti latía:
música, fe y misterio que ardía.
Tus manos sobre el teclado o el diapasón
tejían trinos, valses y oración,
y en tríos y orquestas, tu afán ponías
para darle a la fiesta melodías.
Tu mirada, en cambio, hacia el cielo errante,
buscaba un destello, un signo fascinante,
en el libro de ovnis y en el firmamento,
un enigma que descifrar en tu aliento.
Mas el amor llamó con temprano designio;
cinco vidas fueron tu mayor prodigio.
La guitarra calló, el misterio esperó,
en el noble silencio que el hogar te brindó.
Y aunque el estado, en tu pensar sagaz,
encontró un Arquitecto de orden y paz,
la sinfonía que no tuvo final
fue la de tu entrega, paternal y leal.
Ahora, cuando la noche cubra el jardín,
y una estrella fugaz se pierda en el confín,
pensaré que eres tú, con tu afán curioso,
tocando una canción en un cosmos armonioso.
Paco: En los 60 te agarró por cantar boleros a toda hora del día:
Marta Eugenia Quesada Rodríguez:
Carlos Francisco Quesada Rodríguez:
Eduardo Quesada Rodríguez:
Ricardo Quesada Rodríguez:
Irene Quesada Rodríguez:
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Eras el Quesada hecho vida,
la esencia pura del árbol familiar;
en cada gesto que en nosotros anida,
reconocemos tu ser singular.
Te gustaba perderte en la aventura,
subir a un bus sin rumbo ni reloj,
y hacer de un día simple una premura
de final abierto, como en el cine estás tú.
Eras el vaquero de mirada serena,
el detective en busca de la verdad,
y en cada juego, tu audacia era tan buena
que al final quedabas, en soledad, con la dificultad.
Tu letra era un arte, fina y clara,
y en verde escribías tu mensaje fugaz;
la música en tus manos no era avara:
tambor, lira y dulzaina daban su paz.
Y tu silbido, distinguido y puro,
llenaba la casa de sutil canción;
una voz que, por senderos no seguros,
no quiso ahondar, para nuestro dolor.
Cuatro hijas bellas son tu legado,
un futuro en sus ojos de esperanza y luz;
un jardín por ti delicadamente plantado,
que florece en tu nombre, Luis, a contraluz.
Y al caer la noche, recuerdo emocionado,
tu ronda final de puertas y cristales,
y ese beso furtivo, dulce y callado,
sembrado en las frentes de tus hermanos menores.
Descansa en paz, querido Luis. Tu memoria vive en cada uno de estos versos y en el corazón de tu familia.
Escucharlas fue reconocer su esencia, su espíritu libre, su ternura silenciosa y esa forma tan suya de habitar el mundo.
Definitivamente su paso dejó imágenes tan vivas, tan cuidadas y tan verdaderas, me conmueve profundamente... Gracias por este video tan bello y tan lleno de amor.
Su memoria sigue latiendo en quienes tuvimos el privilegio de ser parte de su historia… y hoy, también, en cada uno de estos versos.
Un beso mi cielo 😘, Atte, Kattya Quesada Quesada, 13/12/2025
Me gusta como se expresan los amigos de Luis Felipe; lean esto:
Yamileth Quesada Mayorga:


Hay una hermana que la vida me ha dado,
de inteligencia clara y fino oído,
que conoce el secreto y el cuidado
del pentagrama en que se ha convertido.
Su voz es un prodigio que ha escalado
las cúpulas de ópera y sonido,
y en sus dedos el piano ha revelado
el alma de un concierto dormido.
Su mente es un viaje, un mapa abierto,
de cultura y de historia hace su equipaje;
y guarda, entre adagios de algún puerto,
el eco de un rock and roll salvaje.
Pues antes que la Reina de la Noche,
en su juventud, fresca y sagaz,
cantó con Elvis en algún derroche
y con los Beatles soñó desde atrás.
Aunque el cuerpo a veces sea frágil,
un templo que pide compasión,
su espíritu es un fuego que no apagan
ni el tiempo, ni el cansancio, ni el rencor.
Porque su mente es un cantar eterno,
y su corazón, de puro tino,
sabe que la música es el gobierno
que rige el más perfecto destino.
Que siga, pues, la dueña de este encanto,
con su bagaje de saber y arte,
escribiendo con su vida su propio canto
¡y viajando con el compás que parte!
Cómo recuerdo la aplicación de Yami en el dominio de los métodos de aprendizaje y ahí encaja una música como la de Scarlatti, que me la representa cuando era joven y estudiaba:


Eras la menor, la alegría más nueva,
la que vistió el twist y la dulzura ajena
de una canción de Carpenter, que llovía
sobre el hall y la charla serena.
Tu mano diestra, sobre el teclado negro,
hacía vibrar a Beethoven y al barroco,
mientras trazabas, con rigor de científico,
la curva exacta de un destino espléndido.
Las cumbres altas, el coral que eleva,
fueron tu temple, tu desafío al viento.
Y en la madurez, tu sazón fue un evangelio
de salud buena, de sabio alimento.
Pionera en fe, de espíritu inquieto,
abriste el Libro con pasión y empeño;
tu casa fue faro, refugio y gabinete
para el que busca la verdad del Reino.
Hoy, en tus hijos, tu valor perdura,
esa entereza que es herencia pura.
Quelo: La música que más te representa es aquella que inspira lo místico, etéreo e intrigante:
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A Mi Hermano Miguel
Hay una voz que nace con el alba,
mayor que yo, primera en la jornada,
y es quien no duda y en mi auxilio sale;
un puerto firme, una presencia calma.
Tu alma sabe de canto, galanteo y versos,
de historias que se escriben con el alma;
y en cada anécdota, un pasado abrazas,
guardando el eco de nuestras certezas.
Tus hijos llevan tu mirar activo,
tu misma estampa, tu gentil firmeza;
son el retoño de tu tronco noble,
semilla buena, que tu amor sembró.
Contigo nunca hubo desencuentros,
solo complicidad, apoyo y fuerza.
Has sido el espejo donde miro el camino;
mi ejemplo quieto, mi más clara meta.
Hermano Miguel, en resumen sincero,
eres el lazo fuerte y verdadero;
el cronista, el músico, el amigo entero,
mi más querido y permanente compañero.
https://suno.com/s/lV0lzj9ioJtwoBct
Miguel: el eterno romántico. Un día bajabas la grada del hall al corredor cantando una canción y luego pasè días preguntándote el nombre y la emisora donde la ponían para volverla a escuchar: Adoro, de Armando Manzanero
Marco Antonio Quesada Salazar:
Georgina Quesada Salazar:
Karla Quesada Salazar:
David Quesada Salazar:
Daniel Quesada Salazar:
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No ocupaste medir tu inteligencia:
era un río sin cauce, un manantial
que desbordaba en música y ciencia,
en un concierto cósmico y total.
Tus diez dedos sobre el teclado eran
el trueno de Beethoven, el lirismo
de Chopin, la elegancia de Mozart,
el orden perfecto de un abismo.
Tu mente, un taller de ideas sin fin,
de armonías, de números y aceros,
donde un acorde enlazaba a un teorema
y un versículo a los astros severos.
Para el común, excéntrico, disperso,
un atlas de senderos divergentes;
para el sistema, un caos inconexo,
un árbol que crecía entre las fuentes.
Pero ante Dios, tal vez, un arquitecto
de utopías hechas de cal y roble:
diseñaste el refugio y el proyecto,
y en tus manos la clave fue más noble.
Las dos casas que alzaste, piedra a piedra,
son testigos de un fuego inagotable:
la partitura que la tierra medra,
el poema tangible, formidable.
Hoy suenan en el viento tus sonatas,
cada clavo que hundiste es una nota,
y en cada estrofa que a tu memoria elevado,
tu genio, Federico, se rebela y alborota.
Porque no has muerto. Vives en el arte,
en el silencio que el piano guarda,
en cada enigma que resuelve un sabio,
en la semilla que la tierra aguarda.
Descansa en paz, hermano de mi alma,
mente sin par, prodigio de este suelo.
Tu sinfonía inacabada y calma
sigue sonando en el profundo cielo.
Enlaces de Fede:
Los amigos de Federico lo recuerdan aún:
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No fue la escala del piano, ni el son
de las notas prestadas, su canción.
Él eligió una música mayor:
la de guiar con firme y dulce ardor.
Fue escudo de los niños, su bastión,
y voz para el callado, su favor.
En el jardín juvenil, su liderar
sembró concordia, sin necesidad
de imponer su verdad o su poder.
Esa rama robusta ha de crecer
hasta el ámbito gris del deber ser,
donde el Bancosta vio su saber hacer.
Mas no fue en la oficina su hogar:
lo encontró al formar su propio altar.
Dos hijas lleva en sí, legado en flor,
y tres más sumó a su corazón
con Gabi, su cómplice, su razón,
tejiendo un nuevo clan con su pasión.
Llegó el tiempo del campo, la quietud,
del potrero soñado en la ciudad.
Lo trocó en un reino de solaz:
zona de juegos, de infantil voraz,
huerto que al sol los frutos ha de dar,
y un bosque para irse a preguntar.
Y en esa soledad que no lo es,
pues lo pueblan sus versos y su tez,
la pluma desató, tardío don,
un río de conceptos en montón.
Libros que son su esencia y su pasión,
el eco verdadero de su voz.
Así vive Gerardo, ya en la meta,
convirtiendo lo simple en poesía:
su vida, el mejor libro que escribía.


Eras el más pequeño, el décimo en llegar,
la joya de la casa que todos iban a amar.
Un año y un mes, apenas un soplo veloz,
me seguías mis pasos, mi sombra fiel y feroz.
En cada mudanza, en cada rincón,
nuestras camas unidas era la tradición.
Un fuerte lazo, un gemelo del alma,
que calmaba mi mundo con su dulce calma.
De sus dedos brotaba la queja de la cuerda,
o el piano cantaba la melodía más tierna.
Una voz serena, de suave quebranto,
que llenaba la casa de un bálsamo santo.
Conquistaba miradas con su ingenio y donaire,
pero su gran fortuna fue encontrar a un ángel:
Con Ana Cecilia tejió su destino,
y tres frutos benditos fueron su camino.
Mas la sombra silente de la diabetes llegó,
y desde la juventud su salud minó.
No llegó a los cincuenta,
la médula cansada le apagó su resplandor.
Recuerdo esos viajes, kilómetros de ilusión,
compartiendo proyectos, sueños y el corazón.
Y en su habitación, el artista grababa,
el CD que a cada cual nos retrataba.
Los amigos del Liceo, fieles a su memoria,
no dejaron vacía su silla de gloria.
En cada aniversario me tienen a mí;
pues en mí, un pedazo de Jose sigue allí.
Y aunque tu partida nos dejó un hondo frío,
tu música perdura, Jose, hermano mío.
Tu voz quejumbrosa y serena, en el viento,
será nuestro más dulce y eterno lamento.
Ana Cecilia Quesada Calderón:
Karen Quesada Calderón:
José Alberto Quesada Calderón:
♥
-------------------------------------------- OTROS FAMILIARES:
-FELIPE-CASTREJÓN-QUESADA:
♥de Brahms, Amelie Barret:♥♥
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-------------------------------------------------- ANTEPASADOS:
La abuela paterna: HERMELINDA-QUESADA:
La abuela está relacionada con la historia de varias iglesias, entre ellas La Agonía de Alajuela y la de Mata de Plátano en Goicoechea:
.........................................................Pueden ver fotos de iglesias de Costa Rica Aquí
El abuelo paterno: FRANCISCO-QUESADA-QUESADA:
-RAMÓN-JOSÉ-NICANOR, nació en 1910 y falleció en los 60`s. Como buen hermano de papi, músico y hábil para las artes manuales.
Tengo un vago recuerdo de él, pues siempre estaba recluido en una oscura habitación donde soportaba calmadamente las dolencias que acabaron con sus días:
El pasado 18/09/2010 recorrí Sabanilla buscando a Juan-Rafael-Prado-Arias, quien me recibió amablemente y me contó muchas anécdotas que voy a ir incorporando a mis historias.
Entre lo que me contó, dice que este tío, Ramón, acostumbraba salir por las noches de luna, ya cuando todos estaban recogidos, pasada la medianoche, y se paseaba por los potreros en medio de las vacas, interpretando maravillosas melodías con su violín.
Peculiar comportamiento para un artista, que dado su carácter huraño, aprovechaba el mutismo del ganado para exteriorizar sus dones con toda el alma limpia que sin duda tenía y alentado por alguno que otro traguito del fuerte licor que era fácil conseguir en cualquier cafetal de ese lugar.
Realmente, muchas veces los músicos asumen posiciones que cuesta comprender...
Y dice Juan que a veces mi papá lo secundaba... imagino que sin los tapis, jajaja.
En Sabanilla de Montes de Oca, en la cuesta de La Bamba, ahí quedaba la finca de los Quesada hasta 1963; convertida hoy en un colegio de secundaria:
Mi primo Alfredo-Miranda-Quesada (ver 1966) es un caso peculiar: ya que lleva el apellido Quesada por adopción (hijo de mi tía Rosa), pero, además, lleva el apellido Quesada por nacimiento (hijo de María Teresa de la Luz Quesada Vindas, hija de José María Quesada Campos y Ramona Vindas Núñez):
Tiene varios hermanos, entre ellos: Arturo Quesada Vindas (1934), Jorge Arturo de los Ángeles Miranda Quesada (1945).
Investigué el caso de Alfredo y devolviéndonos en el tiempo, allá por 1830, su familia es parte de la nuestra, pues Ceferino y José Ramón eran hermanos y lógicamente los padres de estos son nuestros antepasados comunes, pero para entender estos conectes hay que ver la exploración genalógica que coloqué en mi blog: La Búsqueda de los Quesada.
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Rama Mayorga:
Los abuelos maternos: JUANITA-MATUS-JIRÓN y ARTURO-MAYORGA-HUEMBES:
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